El fotógrafo de Argentona, a través de sus fotografías de larga exposición, nos muestra su universo personal y anímico.
Hace 20 años en plena etapa analógica, decidí reflejar el contexto social donde resido, fotografiando las caras de hombres y mujeres de mi entorno, con el objetivo de describir mi pequeña localidad a través de su humanidad. Seres reales de un pequeño pueblo que en sí mismo expresan la fuerza del Universo. Un intento de configurar, desde sus imágenes, un discurso ético y estético con el que me identifico culturalmente, me siento cómodo, unas imágenes que evidencian la mirada de complicidad entre el fotógrafo y el sujeto. Un ejercicio de fotografiar personajes que me son cercanos, de mi entorno geográfico y anímico. Fue como un espejo simbólico que reflejaba mis emociones y mi realidad. El proyecto se materializó en forma de exposición itinerante por varios países y la edición de un libro titulado "Retrats, Gent del Poble, Argentona".
La etapa digital supuso un paréntesis importante y duradero en mi trabajo. Durante mucho tiempo me perdí ante el nuevo discurso tecnológico e inicié un largo aprendizaje hasta encontrar, de nuevo, el camino iniciado anteriormente en el retrato, aunque con herramientas diferentes. En la nueva etapa digital, el Sistema de Zonas sigue presente para articular un blanco y negro rico en matices. Y si en el retrato buscaba la complicidad en la mirada, en la fotografía de naturaleza encontré la emoción en una nueva técnica de filtros de densidad neutra por la larga exposición, evolucionando cada vez más hacia un discurso estético minimalista.
Con la fotografía de paisaje deseo convulsionar el movimiento y la calma. Configurar un espacio de elementos contrapuestos, el dinamismo de las nubes en movimiento, la sedosidad del agua y elementos minimalistas protagonistas de un impacto visual. Deseo mostrar elementos que seduzcan y que construyan una geometría personal. Por estas razones trabajo los paisajes con filtros de densidad neutra. No busco la fidelidad objetiva, prefiero construir y transmitir mi realidad subjetiva. Vivimos en una realidad de color, transformar esta realidad en imágenes en blanco y negro es lo que más me aleja de esta objetividad y me permite construir un discurso estético diferente, personal y creativo.
La fotografía de larga exposición configura un diálogo reposado con el entorno, que te abraza y te sumerge pausadamente, en un universo de luces y sombras. Al atardecer, la inexorabilidad del tiempo va transformando el entorno, de manera relajada las luces languidecen, aumentan los reflejos y los grises se transforman de forma casi imperceptible en penumbra. Una fotografía que se construye más sobre el tiempo que sobre la luz. Un silencio que emana de las fotos, es el silencio necesario en el que el fotógrafo se pone en paz y contempla a su alrededor. Esta simbiosis de luces y sombras, configuran mi reto fotográfico personal, casi un proceso dialéctico para encontrar cuando y donde la magia aparece, ese instante en el que la imagen que imagino se conjuga con la imagen de la retina. Así termina la búsqueda del instante preciso, que con el tiempo he descubierto que existe y me invita a esperar y compartir.
La belleza es un destino de la verdad, encontrar la verdad en la belleza es construir una estética. Los paisajes de larga exposición son una fotografía buscada, meditada y trabajada para mostrar un universo personal, una fantasía.
Jordi Egea y Torrent.
El fotógrafo de Argentona, a través de sus fotografías de larga exposición, nos muestra su universo personal y anímico.
Hace 20 años en plena etapa analógica, decidí reflejar el contexto social donde resido, fotografiando las caras de hombres y mujeres de mi entorno, con el objetivo de describir mi pequeña localidad a través de su humanidad. Seres reales de un pequeño pueblo que en sí mismo expresan la fuerza del Universo. Un intento de configurar, desde sus imágenes, un discurso ético y estético con el que me identifico culturalmente, me siento cómodo, unas imágenes que evidencian la mirada de complicidad entre el fotógrafo y el sujeto. Un ejercicio de fotografiar personajes que me son cercanos, de mi entorno geográfico y anímico. Fue como un espejo simbólico que reflejaba mis emociones y mi realidad. El proyecto se materializó en forma de exposición itinerante por varios países y la edición de un libro titulado "Retrats, Gent del Poble, Argentona".
La etapa digital supuso un paréntesis importante y duradero en mi trabajo. Durante mucho tiempo me perdí ante el nuevo discurso tecnológico e inicié un largo aprendizaje hasta encontrar, de nuevo, el camino iniciado anteriormente en el retrato, aunque con herramientas diferentes. En la nueva etapa digital, el Sistema de Zonas sigue presente para articular un blanco y negro rico en matices. Y si en el retrato buscaba la complicidad en la mirada, en la fotografía de naturaleza encontré la emoción en una nueva técnica de filtros de densidad neutra por la larga exposición, evolucionando cada vez más hacia un discurso estético minimalista.
Con la fotografía de paisaje deseo convulsionar el movimiento y la calma. Configurar un espacio de elementos contrapuestos, el dinamismo de las nubes en movimiento, la sedosidad del agua y elementos minimalistas protagonistas de un impacto visual. Deseo mostrar elementos que seduzcan y que construyan una geometría personal. Por estas razones trabajo los paisajes con filtros de densidad neutra. No busco la fidelidad objetiva, prefiero construir y transmitir mi realidad subjetiva. Vivimos en una realidad de color, transformar esta realidad en imágenes en blanco y negro es lo que más me aleja de esta objetividad y me permite construir un discurso estético diferente, personal y creativo.
La fotografía de larga exposición configura un diálogo reposado con el entorno, que te abraza y te sumerge pausadamente, en un universo de luces y sombras. Al atardecer, la inexorabilidad del tiempo va transformando el entorno, de manera relajada las luces languidecen, aumentan los reflejos y los grises se transforman de forma casi imperceptible en penumbra. Una fotografía que se construye más sobre el tiempo que sobre la luz. Un silencio que emana de las fotos, es el silencio necesario en el que el fotógrafo se pone en paz y contempla a su alrededor. Esta simbiosis de luces y sombras, configuran mi reto fotográfico personal, casi un proceso dialéctico para encontrar cuando y donde la magia aparece, ese instante en el que la imagen que imagino se conjuga con la imagen de la retina. Así termina la búsqueda del instante preciso, que con el tiempo he descubierto que existe y me invita a esperar y compartir.
La belleza es un destino de la verdad, encontrar la verdad en la belleza es construir una estética. Los paisajes de larga exposición son una fotografía buscada, meditada y trabajada para mostrar un universo personal, una fantasía.
Jordi Egea y Torrent.